martes, 21 de mayo de 2013

Maximiliano von Götzen-Iturbide, el heredero al trono de México

Maximiliano von Götzen-Iturbide con Benedicto XVI
En todo el mundo se conoce a los pretendientes a los tronos de las extintas monarquías europeas. En Francia por ejemplo hay tres familias que, en el muy remoto caso de que se diera una restauración monárquica, podrían aspirar a la corona: los Bonaparte -descendientes de Napoleón, aunque no en línea directa-, los Orleans y los Borbón. En Austria están los Habsburgo, en Alemania los Hohenzollern y en Rusia los Romanov. Nada de lo anterior suena raro tomando en cuenta la importancia que esas familias tuvieron en sus respectivos países hace siglos. Lo raro es que México, una República sin tradición monárquica, también tiene su familia de sangre azul. Y no real, sino imperial.

Todo se remonta a la época en que el país se independizó de España. El militar Agustín de Iturbide, el libertador que antes de ser tal peleó del lado español y que cambió de bando cuando más propicio lo consideró, se coronó como emperador. Un año después lo pasaron por las armas y quedó en el olvido. Su familia incluso se vio obligada a exiliarse en los Estados Unidos.

Cuando México volvió a ser monarquía por un breve período de tiempo, con el archiduque Maximiliano de Austria a la cabeza, éste adoptó a los nietos del malogrado emperador Agustín. Pero el nuevo emperador, al igual que el anterior, también fue fusilado. Mas la adopción fue beneficiosa para los nietos de Iturbide, ya que como hijos adoptivos un príncipe Habsburgo su suerte cambió.

Uno de ellos emigró a vivir a Europa, precisamente bajo el amparo de la familia Habsburgo, y de él desciende Maximiliano von Götzen-Iturbide, el actual heredero al trono de la Republica Mexicana. Le rinde honor al aristócrata que adoptó a su antepasado llevando su nombre, y vive en Australia, lejos del país donde están sus raíces. Quizás hace bien en estar lejos, porque en México no gustan los aristócratas, a los dos últimos que tuvieron los fusilaron.

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