Para combatir al crimen organizado, según reveló ayer
el secretario de Gobernación de México, Miguel
Ángel Osorio Chong, la estrategia de Enrique
Peña Nieto guarda importantes diferencias con la que llevó a cabo durante
seis años el anterior presidente, Felipe
Calderón.
El secretario dijo que en la actual administración
todas las fuerzas del orden, ejército, marina armada, policía federal y
gobierno estatal, actuan de común acuerdo, lo que resulta ser un procedimiento
muy diferente al empleador por el gobierno anterior.
Calderón fue un gobernante solitario en su lucha
contra el crimen organizado. Detectó una gran corrupción en los estados y
municipios en favor de la delincuencia, y eso lo llevó muchas veces a dar
golpes sin ponerse de acuerdo con nadie. No faltó el gobernador de un estado
que se enteró de un importante operativo llevado a cabo en sus narices cuando
las fuerzas federales ya estaban presentando a los detenidos a los medios.
Indirectamente, Calderón dio a entender muchas veces
en sus discursos que no confiaba en los dos inferiores niveles de gobierno
porque en gran parte del país tenían infiltrados a miembros del crimen
organizado. Peña Nieto, según parece, ya confía en ellos. Probablemente porque
ya se acabó la corrupción.
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