México sigue exhibiendo a lo peor de su clase política,
gentes que creen que por tener un cargo público de importancia, o ser familiar
de alguien que lo tiene, ya Dios está obligado a pasar por alto sus pecados y
el pueblo contribuyente, los empleados, los que tienen que apegarse
estrictamente a un horario y producir, los que no pueden darse el lujo de
faltar al trabajo, simplemente admirarles, obedecerles o cuando menos no ponerles
un obstáculo, porque para eso son lo que son, los que deciden qué es delito y
qué no, los que diseñan la estructura legal sobre la que ha regirse un país,
por pésima y absurda que sea, y los que, a fin de cuentas, han de ser inmunes a
las leyes que ellos mismos diseñan.
Hace poco la noticia la dio la hija de un funcionario
federal a cargo de la PROFECO ,
cuya hazaña-berrinche le costó el puesto a su padre. Ahora, apenas unas semanas
después, la nueva celebridad de la prepotencia es una senadora, de izquierda
para más señas. Luz María Beristain,
senadora perteneciente al más fuerte partido de izquierda del país, el PRD, llegó
tarde al aeropuerto de Cancún, donde habría de tomar un avión que la llevaría a
la capital de México.
La tardanza de unos cuantos minutos le valió la pérdida
del vuelo, lo que la hizo montar en cólera, pelearse con la empleada que la
atendía y hacer gala de su investidura senatorial una y otra vez. Argumentó que siendo ella quién es, tienen que
aplicársele ciertos criterios de flexibilidad, ya que es la representante del
pueblo en las alturas, y que igual tratamiento deben de recibir otro tipo de
servidores públicos tales como gobernadores.
Su enojo llegó tan lejos que culpó a la empleada que
aplicaba el reglamento de la aerolínea para la que trabaja de ser parte del
motivo por el cual México no avanza. Amenazó con escalar la problemática "hasta las más altas instancias" y remató fotografiando a la empleada para saber contra quién
tomarla.
Todo fue grabado por un aficionado que posteriormente
subió el vídeo a la red. La senadora de izquierdas quizás creyó que el pueblo
le daría la razón y la proclamaría emperatriz, pero ocurrió todo lo contrario. A
través de las redes sociales, los mexicanos se solidarizaron con la empleada, y
contra “la autoridad” -como se describió Luz
María Beristain-, dejaron caer aplastantes críticas.
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