jueves, 23 de mayo de 2013

Esculturas fuera de serie, monumentos únicos en el mundo

Algunas esculturas son celebres en el mundo por su perfección y el gran logro del artista que eso significó, pero existen otras que todavía sorprenden más porque, para la época en que fueron realizadas, debieron de ser trabajos sumamente complicados, tanto que aún las rodea el misterio, sobre todo cuando no se conocen datos exactos sobre cómo fueron hechas.

El Caballero de Bronce en San Petersburgo

Sobre El Caballero de Bronce sí se conoce su complicada historia. Fue una obra encargada por la zarina devorahombres Catalina II de Rusia al escultor francés Étienne-Maurice Falconet, en 1770, para homenajear al zar Pedro el Grande. Tanto la escultura ecuestre del emperador como la famosa Piedra del Trueno que le sirve de pedestal fueron verdaderas proezas.

La piedra, de 1500 toneladas, fue trasladada con los mecanismos rudimentarios de la época desde su emplazamiento original en Lakhta, cerca del Golfo de Finlandia, hasta San Petersburgo. La escultura, de seis metros de altura, fue un logro no menor. Los arreglos necesarios para su fundición llevaron años junto con sus consecuentes experimentos fallidos. Todavía en el proceso de pulirla el artista invirtió varios años más. Doce en total.

La última de las proezas fue la posición final de la escultura. El caballo está encabritado, por lo que sólo sus patas traseras descansan sobre la piedra, lo que significa un logro también para la ingeniería de la época.

La Gran Esfinge de Guiza

Indudablemente, los egipcios fueron de los mejores escultores de la antigüedad, si no es que los mejores. Su arte es tan valioso que no por otra cosa ha sido saqueado durante siglos. Las esfinges, de sus mejores logros escultóricos, se hallan por el mundo, ya sea en museos o en manos de particulares. La que nunca se llevaron es la Gran Esfinge de Guiza, quizás por lo costoso que representaría moverla de su lugar.
Se trata, por su monumentalidad, de uno de los mayores logros escultóricos de la antigüedad. La roca original era un solo monolito, y la escultura mide 57 metros de largo por 20 de altura. Su antigüedad no ha sido comprobada aún. Lo menos que podría tener son 7.000 años y lo más 15.000.

Los moáis de la Isla de Pascua

Los famosos moáis envuelven a la isla donde se encuentran en un completo misterio. Son más de 600 esculturas en un pequeño territorio de 163 kilómetros cuadrados, cuyo origen continúa siendo demasiado incierto. Se cree que fueron esculpidos entre los siglos XII y XVII como monumentos fúnebres por una cultura que habitó la isla, y derribados años después muchos de ellos por otra que la sustituyó.

Aunque no se trata de esculturas estilizadas, la monumentalidad de algunos moáis evidencia la colosal obra que significó su construcción. Y precisamente el hecho de que sean rostros esquemáticos les ha abierto un lugar preferente en la decoración contemporánea. Son infinitamente reproducidos en todo el mundo por su similitud con algunas corrientes escultóricas de la actualidad. El más grande que existe, el Moái Paro, que actualmente se encuentra derribado y dividido en tres partes, medía once metro de altura y pesaba 80 toneladas.

El dios Tláloc de México

Los habitantes del pueblo de San Miguel Coatlinchán, en el Estado de México, tuvieron como una especie de divinidad a una monumental escultura del dios prehispánico Tláloc, de 168 toneladas (lo que da una idea de lo que costó a los antiguos mexicanos hacerla). La escultura se hallaba en el campo, semienterrada, hasta que por decreto presidencial fue llevada a la ciudad de México, para que fuera expuesta a las afueras del Museo Nacional de Antropología e Historia.

Aunque el Estado les prometió a los lugareños que se los devolvería pronto, éstos opusieron una enorme resistencia para impedir que se lo llevaran, incluso el ejército tuvo que intervenir. El traslado se realizó el 16 de abril de 1964, y, algo que muchos interpretaron como un castigo de Tláloc, que es el dios de la lluvia, ese día llovió tanto en la Ciudad de México que se inundaron varias colonias.

El gobierno mexicano jamás cumplió su promesa de devolver la escultura a San Miguel Coatlinchán, pero en el 2007, por obra de particulares, una replica hecha de concreto fue colocada en una plaza pública del pueblo.


La más grande representación pétrea de Buda se halla en la provincia china de Sichuan. Se trata de una escultura monolítica que continúa formando parte de la montaña. Tiene 70 metros de altura por 23 de ancho. Fue iniciada en el año 713 y el proceso de su elaboración demoró 90 años.

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