Actualmente la serie Juego de Tronos es un fenómeno de alcance mundial. Tiene fanáticos
por doquier, incluidas celebridades de muy distintas investiduras y edades,
como la presidenta de la
Argentina , Cristina Fernández de Kirchner, o el creador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Todo empezó allá por el año 1996, cuando muchos de los
que ahora enloquecen por la historia aún no nacían. En ese año el
escritor estadounidense George R. R. Martin publicó Juego de Tronos,
el primer libro de su saga Canción de
hielo y fuego. Entonces aún no se publicaban fenómenos editoriales que ya dieron, al parecer, todo de sí y que marcarían
a una generación, como lo fueron Harry Potter y Crepúsculo.
La obra de Martin fue creciendo lentamente, con
intervalos de varios años entre la publicación de un libro y otro, algo
justificable por la extensión que los caracteriza.
Cuando los libros empezaron a cobrar un gran éxito, la
idea de llevarlos al cine escondía un enorme riesgo tomando en cuenta la
inversión requerida y el siempre posible fracaso. Demasiados personajes y
muchas historias hacían el proyecto riesgoso y nadie se animó a invertir en él.
Era mejor una serie, para gastar poco a poco, ir
tanteando al público también poco a poco y adaptarse al ritmo con que el
autor ha ido publicado cada uno de los libros.
Puede decirse que ese fenómeno tan de moda hoy en día
ha avanzado con una lentitud poco habitual para la época en que vivimos. Sus fanáticos
lo han tenido que consumir, algunos a regañadientes, en dosis que no siempre los
dejan del todo satisfechos.
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