jueves, 9 de mayo de 2013

Hombres malos con fama de buenos


Los hombres, al morir, habitualmente no son juzgados por sus actos, sino por la ideología política que profesaron. Algunas veces, derechistas e izquierdistas pasan por alto los crímenes de sus más celebres representantes para poder usarlos como símbolos.

Iósif Stalin fue uno de los líderes más despiadados del pasado siglo. Bajo su bota murieron millones de inocentes, de cansancio al ser sometidos a la esclavitud, de frío, de hambre o ejecutados por sus esbirros. Algunos cifran el número de sus víctimas en 100 millones, pero aun así todavía conserva adoradores por todas partes. Para los comunistas más radicales sigue siendo el Padrecito de los Pueblos.

Mao Zedong fue uno de los discípulos más aventajados de Stalin. Llevó a China el horror del comunismo y tuvo a su alcance a millones de inocentes para experimentar con sus delirios ideológicos. El culto a su personalidad que impulsó en vida logró superar a los juicios que vinieron tras su muerte. Aun con los millones de inocentes que murieron por órdenes suyas, es reconocido por muchos como un gran líder y su cuerpo permanece expuesto para que lo contemplen sus seguidores.

El Che Guevara fue, tras el triunfo de la revolución cubana, el encargado de pasar por las armas a todos los colaboradores del dictador Fulgencio Batista, mediante unas farsas de juicios y muchas veces sin pruebas para inculpar a la víctima. Guevara también ganó fama por ser aficionado a matar por propia mano. Durante la revolución en la Sierra Maestra, destacó por meter tiros en la cabeza a hombres que sólo eran sospechosos de colaborar con sus enemigos.
Pero el Che es para millones de izquierdistas en el mundo un símbolo, casi como un Jesús de Nazaret reencarnado. En las huelgas de trabajadores y estudiantes su imagen siempre va por delante. Probablemente porque ignoran que el Che estaba a favor de prohibir las huelgas.

Fidel Castro sumió a Cuba en un atraso y una hambruna que ya lleva más de medio siglo. Durante su dictadura el país cobró fama porque las jovencitas cubanas se veían obligadas a prostituirse con turistas europeos para sobrevivir, por los miles de muertos en el trayecto Cuba-Miami en busca de una mejor vida y por los presos políticos, víctimas de vejaciones y torturas. Muchos de los horrores del castrismo están plenamente documentados, no obstante, el Comandante es admirado en todo el mundo y elevado a la categoría de héroe.

Lázaro Cárdenas es conocido por destruir lo poco bueno de la economía mexicana que había dejado la revolución. Aparte de eso, consolidó al PRI en el poder y creó así una dictadura unipartidista que gobernó con mano de hierro por décadas. Otros de sus “logros” fue sacar de una cárcel mexicana a Fidel Castro para que fuera a Cuba a implantar su dictadura. Pero gracias a que repartió tierras a diestra y siniestra que pasaron a ser casi totalmente estériles, y a que en un arranque de patriotismo nacionalizó los recursos petroleros del país, los mexicanos lo consideran su segundo mejor presidente después de Benito Juárez.

Pancho Villa fue el más famoso militar de la revolución mexicana. Tuvo una racha victoriosa que lo llevó a controlar parte del país pese a ser casi un analfabeto. Cuando su estrella se apagó todavía se dio el lujo de invadir un pueblo de Nuevo México, ganándose con ello el odio de los Estados Unidos, otrora su mayor aliado. Sus seguidores acostumbran pasar por alto la crueldad de sus campañas militares, donde eran ejecutados inocentes que no cometían más crímenes que ponérsele enfrente en sus momentos de furia. También ganó fama como violador de mujeres, autoritario y saqueador, lo que no ha impedido que muchos lo consideren un héroe y un defensor de los desprotegidos.

Hugo Chávez se pasó sus catorce años como gobernante practicando una oratoria insultante y ofensiva con todo aquel país o personaje que no fuera de su bolivariano agrado. Soldó las instituciones venezolanas al poder Ejecutivo que él ostentaba y así gobernó con omnipotencia y dejó la economía del país en el puro esqueleto. Sus amistades lejos de ser demócratas, fueron siempre dictadores acusados de incontables crímenes, como Gadafi, Sadam Husein o el propio Fidel Castro. Pero sus seguidores están empeñados en convertirlo en uno de los más iluminados y perfectos gobernantes de estos tiempos.

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