Después de la
masacre de Connecticut, que ha enlutado a todo el país y conmovido al mudo
entero, el mandatario estadounidense, Barack Obama, dio un mensaje a la nación
que dio la vuelta al mundo porque durante su discurso se limpió varias veces
las lagrimas de los ojos.
Pero a Obama lo ha traicionado la tecnología. Quizás olvidaba que en estos tiempos el acercamiento que se puede hacer con las cámaras es extraordinario, tanto que a veces se pueden ver hasta los poros de la piel. Y lo cierto es que por más que Obama hace como que llora, no se le ven las lágrimas.
Otro aspecto
a resaltar es el hecho de que Obama leía su discurso mientras hablaba. Y siendo
así no podemos menos que preguntarlos si el conmovido era él o el que le
escribió el discurso. ¿Por qué si el mandatario estaba hablando como padre,
como hombre y como estadounidense, con el corazón destrozado, tenía que leer
sobre una hoja de papel lo que sentía en ese momento?
Una vez que
pase la conmoción, no faltarán quienes se pregunten si Obama realmente sintió
tanto como afirmó esa tragedia o aprovechó el momento para captar simpatías exhibiendo
la nobleza del corazón del líder del país más poderoso del mundo.
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