Tras el
reciente estreno de la tan esperada película El Hobbit: un viaje
inesperado, basada en el libro del famoso escritor británico J. R. R. Tolkien,
la crítica ya empezó a hacer su trabajo.
Muchos opinan que Peter Jackson simplemente hizo una película más al estilo de El Señor de los Anillos (trilogía que lo catapultó a la fama) y que olvidó que ya pasaron diez largos años desde aquel éxito y que el público esperaba algo mejor o cuando menos un poco diferente.
Muchos opinan que Peter Jackson simplemente hizo una película más al estilo de El Señor de los Anillos (trilogía que lo catapultó a la fama) y que olvidó que ya pasaron diez largos años desde aquel éxito y que el público esperaba algo mejor o cuando menos un poco diferente.
La crítica
tampoco olvida que Jackosn se dio el lujo de meterle mano cuanto quiso al libro
de Tolkien, dejándolo tan desfigurado que la poca congruencia entre éste y la
primera película es cuestionable. Jackson y su equipo optaron por picarle a la
mina de oro una vez, que de enriquecerse nadie se cansa, e hicieron milagros
para sacar de un solo libro de una breve aventura y poco misterio tres largas
películas, llenas, la primera al menos, de mucha más acción de la que en
realidad contiene ese cuento para niños.
El afamado
productor sabía que su público esperaba mucha acción, porque a El Señor de los Anillos no lo han
olvidado, pero la diferencia, dentro de los libros, entre éste y El Hobbit es considerable, están
dirigidos a públicos diferentes, tocan temas también muy diferentes aunque dentro del
mismo mundo. Jackoson no quiso correr riesgos y se cargó la historia de El Hobbit para
convertirla en una película de acción, mucha acción. La taquilla le redituará esa
falta y quizás también lo consolará si la crítica lo hace pedazos.
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