Durante más de medio siglo los Castro han
experimentado en Cuba fracaso tras fracaso, y en el proceso se han cargado los
sueños y la libertad de varias generaciones de cubanos, pero ellos no tienen la
culpa, la culpa es del embargo económico impuesto a la isla por los yanquis
malvados.
Ese embargo con que Estados Unidos intentó castigar a
Fidel Castro por la ola de expropiaciones que emprendió tras llegar al poder y
confesar que era comunista, ha sido el salvavidas de la dictadura por más de
cinco décadas.
No importa que la revolución triunfante acusara a los
yanquis de hacer de Cuba un gran prostíbulo y que el gran cambio impuesto por
el castrismo fuera que ese prostíbulo siguiera operando pero con precios más
accesibles para los turistas europeos. Eso es cierto, pero la culpa es del
embargo.
Tampoco importa que antes de la revolución Cuba fuera
uno de los países más prósperos del continente Americano y que los errores de
Castro en la década de los 60s echaran toda esa infraestructura para producir
bienestar a la basura. La culpa es del embargo.
Que los cubanos lleven medio siglo jugándose la vida
en el mar para darles a sus hijos una mejor calidad de vida en un país libre no
es culpa de los Castro que los tienen prisioneros. No, es culpa del embargo.
Según la teoría económica cubana, sin el malvado
embargo, Cuba sería una Suiza americana, con un nivel de vida de la población
mucho mejor del que disfrutan los yanquis, el país sería próspero,
autosuficiente y el camarada Fidel no sería barbilampiño sino de barba cerrada
y tendría un aspecto más juvenil del que presenta ahora. Pero todo ha fracasado
por culpa del maldito embargo.
Lo extraño es que Venezuela es un país mucho más rico
en recursos naturales que Cuba, pero aún así está enfrentando una escasez de
productos tan alarmante que el gobierno pronto echará a andar la tristemente
celebre y revolucionaria cartilla de racionamiento al estilo cubano. Es raro
que en un país tan rico pase eso. Tan sólo sus reservas petroleras son las más
abundantes de Latinoamérica. Y otro dato importante es que los yanquis malvados
no han impuesto ningún embargo contra Venezuela. Entonces, ¿por qué el fracaso económico?
Quizás Nicolás Maduro acostumbra ir seguido a esa
capillita donde se le apareció Chávez vestido de pajarito, y ya estando allí se hinca e implora “Dios
mío, ¡que los yanquis me embarguen, por favor!”.
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