jueves, 27 de junio de 2013

Genios de la diplomacia

La diplomacia es un arte que se les da a pocos políticos. La gran mayoría, al carecer de inteligencia para ser buenos diplomáticos, recurren a la corrupción. Quizás por eso, los pocos grandes negociadores políticos que ha habido a lo largo de la historia son bien conocidos, porque muchas veces una adecuada maniobra diplomática ha cambiado el destino de un país, de un continente o de todo el mundo.

Charles Maurice de Talleyrand fue el mejor diplomático francés del turbulento siglo XIX. Sobrevivió a la revolución, a la era napoleónica y pudo incluso servir a la monarquía restaurada por segunda vez de Luis XVIII. Napoleón Bonaparte llegó a llamarlo, debido a su capacidad para intrigar y hacer maniobras políticas a sus espaldas “Una mierda envuelta en una media de seda”.

Klemens von Metternich fue un político austriaco, contemporáneo, rival de Talleyrand y tan hábil como él. No sólo controló por varias décadas la monarquía Habsburgo, sino que fue el organizador de Europa tras la caída de Napoleón. La mantuvo caminando a su ritmo hasta la llegada de las revoluciones de 1848, las que lo obligaron a exiliarse de Austria. Pero años después, ya siendo un viejo octogenario y poco antes de ir a la tuba, siguió asesorando sabiamente al emperador Francisco José I durante la guerra de reunificación italiana.

Camillo Benso, conde de Cavour, fue precisamente el político más talentoso durante el período de la reunificación de Italia. El reino al que servia a mediados del siglo XIX era el de Cerdeña y Piamonte, pequeño e ignorado en Europa. Pero supo maniobrar hábilmente para enfrentar a Napoleón III con los Habsburgo, lo que poco a poco llevó a Italia a reunificarse. Tanto le agradecieron los italianos sus esfuerzos, que Edmundo De Amicis en su libro más famoso, Corazón, invita a los niños a “glorificarlo”.


Otto von Bismarck fue otro de los grandes diplomáticos del siglo XIX y el último en salir a escena. Su carácter de prusiano bravucón y su habilidad para la política, lo llevaron no sólo a reunificar Alemania, sino a convertirla en el imperio más poderoso de Europa después de pasar por encima de Austria y Francia en guerras rápidas y contundentes.

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