Cada minuto, con el simple uso del Internet, los seres
humanos generamos infinidad de información que tiene cierta importancia. Al usar,
por ejemplo, el buscador de Google, revelamos nuestros gustos, nuestros
intereses, nuestros temores y hasta nuestros secretos.
Esa información es codiciada tanto por empresas como
por gobiernos. Las empresas quieren saber qué queremos para saber qué
ofrecernos, sin necesidad de hacer costosas encuestas. Los gobiernos también se
interesan por saber qué no nos gusta para saber, entre otras cosas, cómo
engañarnos.
Estados Unidos es sin duda uno de los países que más
recursos invierten para el espionaje, sin que quede claro qué tan lejos llegan
sus centros de inteligencia. Si los yanquis tienen una base de datos donde se
almacena cada palabra o frase buscada en Google aun sin el permiso de Google
sería algo, hasta cierto punto, lógico.
De que tienen la tecnología para hacerlo, que nadie lo
dude, y que les interesa hacerlo, es una verdad más grande que una pirámide. Enviar
replicas de James Bond por el mundo
a seducir mujeres guapas, colocar micrófonos, hallar a los malos y proceder a
matarlos probablemente les da interesantes resultados pero sin duda es costoso
y tardado.
Es más fácil ubicar desde qué dirección alguien buscó
en Google “¿Cómo fabricar una bomba casera?” o repetidas veces el nombre de Osama bin Laden. Así, con la simple
información depurada por una computadora, sabrán a quién vigilar o por quién ir
sin preámbulos.
En resumen, que los yanquis nos vigilan y que tienen
motivos moralmente justificables y otros terriblemente inmorales para hacerlo, es
indudable. Los argumentos que tenemos para no poner el grito en el cielo quizás
sean, el primero, que esa manía de espiarnos puede ayudar a desmantelar una
banda que piensa hacer estallar un avión en el aire cargado de inocentes. Y
otro que no les interesa mucho nuestra información de manera individual, no hay
un funcionario público revisando minuciosamente los intereses de cada persona
en el mundo. En realidad tienen –deben de tener- ordenadores programados para
hallar anomalías, cosas que pueden ser potencialmente peligrosas, y allí es
donde fijan su atención.
En estos tiempos, eso de almacenar información gracias
al Internet se irá generalizando poco a poco. No debe de preocuparnos mucho que
los yanquis malos sean los pioneros en el oficio, preocupémonos porque hay
otros más malos y con indudables malas intenciones que también quieren esa
información. Eso sí es alarmante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario