Sobre las revoluciones existe una creencia en el
sentido de que son liberadoras. Se cree que un pueblo que genera una revolución
armada cambia para bien, se posiciona en la vías que van hacia el progreso e
inicia el proceso de dar felicidad y prosperidad a sus habitantes. No obstante, es extraño
que tal creencia exista, cuando la historia demuestra que las revoluciones son
todo lo contrario: no sólo son genocidios totalmente injustificados, sino que
arruinan la economía de cualquier país y sumen a sus habitantes cuando en la
esclavitud sí en la más completa miseria.
La
Revolución Francesa
La precursora de todas las revoluciones armadas, la
ocurrida en Francia a finales del siglo XVIII, fue una terrible masacre. No por
nada a un período de ésta se le conoce como el del terror. Antes de que
ocurriera Francia era conocida como el país más culto del mundo, su influencia era
enorme en toda Europa, pero durante la revolución retrocedió hasta la
Edad Media , tanto que ver masacres inhumanas
se volvió la cosa más común para los parisinos.
La herencia de la revolución fue una inestabilidad
general que se extendió por muchos años. Durante casi todo el siglo XIX Francia
fue un país belicoso y revolucionario que cambió por la fuerza varias veces de
gobierno. Pero lo cierto es que no se volvió a cometer un genocidio tan atroz como
el de la primera revolución. Hasta entonces, nunca antes la palabra libertad
había sido regada con la sangre de tantos inocentes.
El México previo a la revolución era un país donde las
clases más menesterosas eran oprimidas por los poderosos, pero había medios de
producción, el país tenía infraestructura e instituciones, su prosperidad
continúa era homologable a la de los Estados Unidos. La revolución sin embargo
echó todo eso a la basura, los medios de producción fueron destruidos, las instituciones
desaparecidas y el país se volvió tierra de nadie donde los revolucionarios podían
saciar su sed se sangre a su antojo con quien se les atravesara en el camino.
Un dato que revela como nada los beneficios que llevó
a México su revolución es el hecho de que su economía nunca ha vuelto a ser igual
de competitiva a nivel internacional, como era antes del conflicto armado.
La revolución ocurrida en Rusia es sin duda la mayor
traición a la libertad que ha visto el mundo. Es cierto que el zarismo tenía al
pueblo sumido en la más completa miseria, pero los bolcheviques implantaron un
régimen genocida que incluso trató de extenderse por toda Europa. La esclavitud
fue generalizada y el Estado soviético se convirtió en el mayor especialista -junto
con la Alemania
nazi- en matar y ocultar a grandes cantidades de seres humanos para conseguir
los más perversos objetivos. Los sueños de libertad y de una mejor calidad de
vida de aquéllos que se relevaron contra el zar Nicolás II fueron ahogados en
sangre por los genocidas que se consolidaron en el poder.
Muy pocas veces se dice que Cuba durante la dictadura
de Fulgencio Batista era uno de los países más prósperos del continente
americano. No se debía esta prosperidad a los buenos manejos del dictador, sino
a que él sí permitía ciertas libertades.
La dictadura castrista se llevó consigo cualquier tipo
de libertad individual y con ello la posibilidad de prosperar para los cubanos.
La revolución no sólo fue una gran matanza una vez que Fidel llegó al poder,
también destrozó al país, se cargó los medios de producción y todo vestigio de
la libertad que lo habían hecho próspero antes de la llegada de los barbudos.
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