El presidente de China, Xi Jinping, ha hecho recientemente una importante visita de Estado
a México, en la que se esmeró en profundizar las relaciones con el país azteca para
quizás quitarle a Estados Unidos a su mejor cliente dentro de Latinoamérica.
La visita de Xi Jinping a México
estuvo llena de promesas y protocolo de altos vuelos, sin que faltara una
metida de pata del presidente mexicano Enrique
Peña Nieto, quien cuando no le cambia el nombre a una institución se duerme
en un funeral, hace capital a un municipio y a una ciudad estado.
Esta vez le cambió el nombre a Xi Jinping, pero no le
dio un nombre cualquiera, sino que lo hizo hispano. O hispano-chino. En la
ceremonia de recepción, el presidente Peña Nieto dijo: “En nombre de los
Estados Unidos Mexicanos, es un honor recibir hoy al presidente de la República Popular
China, Juan Yin Juan Yin”.
Juan Yin, por su parte, parece que se preocupó más por
preparar su presentación en México. Citó al más querido presidente de los
mexicanos, Benito Juárez, con su
frase más celebre y recordada: “Entre los individuos como entre las naciones,
el respeto al derecho ajeno es la paz”, y de paso lo homologó a Confucio al pronunciar su frase: “Nunca
hagas a otro lo que no quieras para ti mismo”, en un discurso frente a legisladores
minuciosamente preparado.
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