Es fácil suponer que la burocracia es un mal
controlable, que siendo el Estado un producto de la sociedad, ésta tiene la
posibilidad de exigirle moderar sus gastos y mejorar su funcionalidad. Pero eso
no pasa de una mera suposición, las sociedades siempre actúan de una forma que
le permite al Estado ser el de siempre, una maquina de consumir dinero y un pésimo
solucionador de problemas.
La gran ventaja que le permite a un gobierno se nefasto e irresponsable, es que no todos quieren lo mismo de él. Algunos lo ven como un
salvavidas que todo lo puede y debe de solucionar. Y sobra decir que a los políticos
eso les cae de maravilla, porque tienen la posibilidad de, con el pretexto de
atender las demandas de la sociedad, hacer crecer al monstruo del que forman
parte.
Si una sociedad se pusiera de acuerdo, definiera lo
que quiere del Estado y exigiera que éste se limitara a esas funciones,
entonces sí habría una forma de apretar lo tornillos a esa maquinaría infernal,
pero como tal cosa es imposible, es el Estado quien decide cuáles serán sus
funciones y hasta dónde va meterse en la vida de los ciudadanos, lo que no deja
de ser, se le mire por donde se le mire, una desgracia.
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