Ante las recientes amenazas de Kim Jong-un a Corea del Sur y a los Estados Unidos, tanto el gobierno
estadounidense como el surcoreano han manifestado estar listos para responder a
cualquier ataque.
Corea del Norte ha dirigido su artillería hacia bases
de Estados Unidos y de su vecino, también ha manifestado en un confuso comunicado que todos los problemas con
Corea del Sur serán tratados como si ambos países estuvieran en guerra, pero no
ha hecho, formalmente, la declaración de hostilidades.
Por su parte, el secretario de Defensa de Estados
Unidos, Chuck Hagel, declaró que su país está listo para cobrar cualquier
agresión, sin que se anunciara aún ningún movimiento de unidades militares. Pero
Corea de Sur sí se ha tomado las cosas con más seriedad, tanto así que ha
empezado a movilizar su ejército hacia la frontera.
El gobierno surcoreano goza de una enorme garantía de
seguridad, es aliado de Estados Unidos y de desatarse las hostilidades la nación
más poderosa del mundo le brindaría su total apoyo y protección.
Del lado de la dictadura, Kim Jong-un goza del beneplácito de gobierno ligados a él ideológicamente
como son los de Rusia y China, pero es dudoso que estas dos potencias se
arriesguen a provocar a los Estados Unidos por salvarle el pellejo a una dictatorial
familia que ha hecho del comunismo una monarquía hereditaria donde ya van tres
generaciones que ostentan el poder.
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