lunes, 18 de marzo de 2013

Cristina y el Papa Francisco, ¿ya son amigos?


En el pasado, la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y el cardenal Jorge Mario Bergoglio tuvieron serias diferencias que parecían, por las posturas e intereses de cada uno, irreconciliables.

La presidenta es una política con clara formación izquierdista, donde el ateismo suele ser el tronco de cualquier idea, educada para ver con naturalidad los matrimonios homosexuales y la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Bergoglio es un fiel representante de una institución milenaria y conservadora que, a decir de algunos, está enfrascada en una batalla pérdida contra la modernidad. Era normal que tuvieran sus encontronazos.

Pero quizás el advenimiento del cardenal a la silla de Pedro lo ha cambiado todo. El nacionalismo de Cristina probablemente se impuso sobre cualquier mal recuerdo del pasado producto de sus rencillas con el cardenal. Tal vez para ella significó mucho que un argentino haya sido el primer americano que sube a la jefatura de Estado en El Vaticano.

El principio de esa nueva era de probable amistad, o cuando menos del fin de las hostilidades, se ha sellado con el recibimiento en audiencia privada a la presidenta por parte del Papa Francisco. Su compatriota es la primera cabeza de Estado a la que el pontífice recibe.

Y aunque no se ha revelado de qué hablaron ni trascendió fotografía alguna de Cristina besando la mano papal, como sí hacen otros presidentes, el acto no deja de ser muy simbólico, sobre todo si se toman en cuenta las tensas relaciones del pasado.

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