Al ver su
pétrea figura, el autor de La fiesta del
chivo y La ciudad y los perros no
pudo decir una frase más elocuente: “Estas
cosas suelen ocurrir cuando las personas están muertas”, en referencia a
que los bustos, las estatuas y los renombramientos de avenidas y edificios en
honor a una persona comúnmente ocurren cuando ésta ya está muerta.
Pero lo
de esperar a la defunción del personaje es más común cuando se trata de políticos,
porque muchas veces se les tienen que fabricar los méritos o agrandar los pocos
y modestos que tuvieron, en cambio, ser uno de los mejores escritores vivos en
lengua española no sólo merece un busto, habría sido mejor el cuerpo entero.
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