La emigración ha sido siempre un fenómeno presente en
la historia de la humanidad. Por la emigración han surgido países y han
desaparecido otros, se han engrandecido unos y se han empequeñecido otros, porque
emigrar a veces la única salida que el ser humano encuentra para sus problemas.
Lo cierto es que a muchos les gusta emigrar. La gente
se enamora de su cultura, de su idioma y de su acento y quiere que sus hijos
crezcan con las mismas características. Pero a veces no queda de otra más que
emigrar, las guerras y la crisis obligan a las personas a poner distancia de
por medio con su pasado y empezar de nuevo, aprender un idioma y adaptarse a
otra cultura, incluso a veces hasta a otra religión.
América siempre ha sido un país de emigraciones. De los
que llegaron y de los que se quieren ir. Durante décadas y décadas han existido
millones de personas que desde el sur quieren llegar a los Estados Unidos. Cuba
es uno de los países de donde más gente hay dispuesta a emigrar. Pero el
gobierno ha tomado medidas para impedirlo durante más de medio siglo. De lo
contrario en la isla sólo viviría Fidel
Castro.
Ahora con la crisis económica mundial, Europa ha
vuelto a ser un continente movido por la emigración, cuando después de la
recuperación de la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial había alcanzado un nivel de
vida tan envidiable que muy pocos querían marcharse.
Pero ahora Europa parece que quiere volver a otros tiempos, cuando la emigración de europeos era
cosa muy común. Las monarquías tenían sistemas económicos muy cerrados donde el
pobre estaba destinado a ser siempre pobre por muy trabajador y muy inteligente
que fuera. En Estados Unidos se demostró que los pobres con esas características
podían llegar a ser ricos y los barcos llenos de emigrantes se hicieron cosa
común en las costas americanas.
Actualmente en Europa a los jóvenes no les gusta
terminar la universidad y encontrarse con que el camino termina allí o que avanzar en
adelante será a un ritmo muy lento y con retrocesos. Nada destruye más las
ilusiones de un joven que la lentitud con que se mueven las cosas. Y muchos no
están dispuestos a esperar veinte años a que sus países se recuperen. La crisis
está obligando a la gente a irse.
Cuando las oportunidades se van y la frustración se
hace presente, también se va la gente, porque es mejor probar lo desconocido,
por difícil que pueda ser, que ver la vida pasar sin pena ni gloria.
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