jueves, 28 de marzo de 2013

Emigrar, una práctica reavivada por la crisis económica mundial


La emigración ha sido siempre un fenómeno presente en la historia de la humanidad. Por la emigración han surgido países y han desaparecido otros, se han engrandecido unos y se han empequeñecido otros, porque emigrar a veces la única salida que el ser humano encuentra para sus problemas.

Lo cierto es que a muchos les gusta emigrar. La gente se enamora de su cultura, de su idioma y de su acento y quiere que sus hijos crezcan con las mismas características. Pero a veces no queda de otra más que emigrar, las guerras y la crisis obligan a las personas a poner distancia de por medio con su pasado y empezar de nuevo, aprender un idioma y adaptarse a otra cultura, incluso a veces hasta a otra religión.

América siempre ha sido un país de emigraciones. De los que llegaron y de los que se quieren ir. Durante décadas y décadas han existido millones de personas que desde el sur quieren llegar a los Estados Unidos. Cuba es uno de los países de donde más gente hay dispuesta a emigrar. Pero el gobierno ha tomado medidas para impedirlo durante más de medio siglo. De lo contrario en la isla sólo viviría Fidel Castro.

Ahora con la crisis económica mundial, Europa ha vuelto a ser un continente movido por la emigración, cuando después de la recuperación de la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial había alcanzado un nivel de vida tan envidiable que muy pocos querían marcharse.

Pero ahora Europa parece que quiere volver a otros tiempos, cuando la emigración de europeos era cosa muy común. Las monarquías tenían sistemas económicos muy cerrados donde el pobre estaba destinado a ser siempre pobre por muy trabajador y muy inteligente que fuera. En Estados Unidos se demostró que los pobres con esas características podían llegar a ser ricos y los barcos llenos de emigrantes se hicieron cosa común en las costas americanas.

Actualmente en Europa a los jóvenes no les gusta terminar la universidad y encontrarse con que el camino termina allí o que avanzar en adelante será a un ritmo muy lento y con retrocesos. Nada destruye más las ilusiones de un joven que la lentitud con que se mueven las cosas. Y muchos no están dispuestos a esperar veinte años a que sus países se recuperen. La crisis está obligando a la gente a irse.

Cuando las oportunidades se van y la frustración se hace presente, también se va la gente, porque es mejor probar lo desconocido, por difícil que pueda ser, que ver la vida pasar sin pena ni gloria.

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