Una entrevista de radio que concedió el senador
republicano por Alaska, Don Young,
lo metió en serios aprietos y le acarreó críticas hasta de su propio partido,
ansioso de ganarse el voto hispano, el que casi siempre ha favorecido a los demócratas.
“Mi padre tenía una granja y solíamos contratar de 50 a 60 espaldas mojadas para
recoger tomates” dijo Young y desató la tormenta. El calificativo espaldas mojadas encendió rápidamente
los ánimos y el senador empezó a ser tachado de racista.
Sus críticos, entre los cuales hubo miembros de su
partido, calificaron sus declaraciones de inadecuadas tomando en cuenta el
cargo que ocupa. Y ante la avalancha de descalificaciones, a Young no le quedó
más remedio que disculparse, aduciendo que no usó el término de manera
despectiva y que siente un gran respeto por los trabajadores emigrantes. Terminó sus
disculpas considerando urgente abordar cuanto antes el tema de la reforma
migratoria.
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