Bolivia es uno de esos desdichados países que tienen
la mala fortuna de no poseer una salida al mar. La geografía no es siempre justa ni mucho menos generosa, porque, por otro lado, ahí está Chile justo como su vecino, cuyo territorio
en su totalidad se extiende por el mar, y más lejos el afortunado México, que
posee más de once mil largos kilómetros de litoral.
Hace más de 130 años Bolivia sí tenía salida al mar,
pero la perdió en una guerra contra Chile, como si a éste país mar le faltara. Y recientemente,
Evo Morales inició un proceso mediático para conseguir que Chile por la vía de la diplomacia
le permita recuperar una porción de territorio que le dé salida al mar.
Fidel Castro, de quien Morales es alumno y admirador,
le envió una carta para expresarle su apoyo, al considerar justas las reclamaciones
bolivianas. Castro pregona la filosofía que tanto le imitó Hugo Chávez y que
viene desde Simón Bolívar, según la cual un país latinoamericano debe de apoyar
a los países hermanos en cualquier necesidad y dificultad. Por ello, de acuerdo
a la doctrina castrista y chavista, Chile tendría que dignarse a negociar una
porción de su territorio para que así su hermana Bolivia tenga salida al mar y
pueda con ello levantar su economía.
Chávez ejemplificó esa pretendida solidaridad con petróleo venezolano, producto que puso en manos de sus aliados a precios extraordinarios.
Aunque no tener salida al mar no es un pretexto para
ser un país pobre. Allí está la rica Suiza como ejemplo, o Austria, que también
perdió todas sus salidas al mar desde la Primera Guerra Mundial y tan
mal a los austriacos no les va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario