El Vía
crucis o la Pasión
de Cristo en la delegación de Iztapalapa, en la capital
mexicana, es una de las tradiciones más importantes de la ciudad, y se remonta
hasta el año 1842, más de veinte años antes del gobierno de Maximiliano I, cuando el
país aún era gobernado por el famoso general Antonio López de Santa Anna.
Aunque en muchas ciudades de México se recrea
anualmente el último día de vida de Jesús
de Nazaret, la recreación que más interés despierta, y no sólo en México,
es la de Iztapalapa, por su antigüedad y por su realismo.
Año con año las calles de la delegación se llenan
personas caracterizadas de romanos, judíos y apóstoles para dar vida a los
personajes bíblicos. El gobierno capitalino garantiza la seguridad de los
participantes, y el orden es tanto que pese a los miles de convocados rara vez
se reportan incidentes.
Este año, el jefe de gobierno de la ciudad, Miguel Ángel Mancera, sobrevoló la zona
donde se desarrolló la Pasión
de Cristo durante todo el tiempo que duró el evento, mientras alrededor de mil
periodistas daban cobertura, trescientos de éstos llegados a México desde el
extranjero.
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