Existen dentro de la literatura universal, obras
literarias que proporcionan al grueso los personajes que protagonizan infinidad
de novelas, o por lo menos sus rasgos más sobresalientes. Una vez que una
novela llega a ser muy leída o más aún se convierte en clásico, su personaje más
relevante pude pasar a ser el molde a rellenar en muchísimas más producciones
literarias.
Es muy común encontrar en novelas, incluso de producción
muy reciente, románticos incurables y tímidos como Fitzwilliam Darcy, vengadores omnipotentes -quizás de los que
más abundan- como Edmond Dantés, e
incluso seres de la oscuridad llenos de romanticismo y prestos a proteger a su
amada como el recientemente creado -en comparación con otros- Edward Cullen.
La influencia que ejercen los personajes ya
consagrados sobre los escritores puede ser indirecta o deliberada. Es probable
que algunos rellenen el molde simplemente porque se lo sugieren sus lecturas de
cabecera, sin ánimo de raptar a nadie, pero también puede ser porque sabe que
está colocando en su obra a alguien que le consta que gusta a los lectores,
aunque con un nuevo nombre.
Podría decirse que la misma influencia que provocan
los personajes literarios más interesantes, la provocan también las obras clásicas.
Los clásicos ejercen una enorme influencia sobre las sociedades, no sólo en la
literatura, e igualmente es probable hallar reinterpretaciones de obras ya
consagradas desde hace siglos.
Pero como esa tendencia no es muy apreciada porque a
nadie le gusta leer lo que ya leyó, y tiende más a ser tildada de plagio, es más
frecuente hallar a personajes célebres en obras recientes que reproducciones
parciales o casi totales de novelas.
Constituye un logro la creación de un personaje capaz
de cambiar la suerte de una novela, por su originalidad que le permite atrapar a
los lectores con tanta fuerza, y tal vez por eso cuando alguien lo construye,
otros deciden explotarlo hasta la saciedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario