En día de ayer trascendió que el papa Francisco telefoneó al su antecesor, Benedicto XVI, después de celebrar una misa en la Basílica de San Pedro, y
que hablaron por varios minutos.
Todo parece indicar que Francisco está muy lejos de
temer que corra el rumor de que recibe indicaciones de Benedicto XVI, porque si
se tratara de cualquier otro Estado del mundo ya estaría hablando la prensa de
que esas llamadas y reuniones entre los Papas son para rendir cuentas.
Pero a cualquiera que mire las cosas con objetividad,
le queda claro que la renuncia de Benedicto XVI fue, como él indicó, porque ya
no le quedaban muchas fuerzas para llevar a cabo su difícil misión pastoral,
sobre todo si dentro del Vaticano hay, como siempre se ha dicho, luchas de
intereses.
Benedicto XVI dejó claro que no intervendría en
absoluto ni el cónclave ni en el pontificado de su sucesor. Su edad, el cansancio
que se nota en su expresión y su brillante carrera le imprimen una enorme
verdad a sus palabras.
Por otro lado, es normal que el papa Francisco busque
hablar con él. A fin de cuentas, nadie en el mundo puede entenderlo mejor que él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario