Agnes
Gonxha Bojaxhiu, la noblemente célebre Madre Teresa de Calcuta, profesó una fidelidad absoluta a los papas
con los que le tocó trabajar. Nunca los desobedeció ni los cuestionó aun cuando después
de que le dieron el Premio Nobel de la Paz fue mucho más famosa,
influyente y querida en el mundo que ellos.
Con Juan Pablo
II llevó excelentes relaciones. Él llegó a ser un gran admirador de la Madre e incluso la llamó
Santa en vida. Pero los pontífices y la alta jerarquía católica siempre
hicieron gala de un gusto por lo costoso que a Teresa la avergonzaba.
Porque ningún Papa antes de Francisco había hecho tanto énfasis en los pobres en tan poco
tiempo. Ya como cardenal, su costumbre de viajar en metro mientras otros
purpurados lo hacen en lujosos vehículos, dejó ver su afición por la sencillez
y la precariedad.
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