domingo, 17 de marzo de 2013

Nicolás Maduro está preocupado por la vida de Capriles


El gobierno venezolano en la era chavista no ha escatimado nunca en fantasía ni creatividad para atribuir a los Estados Unidos la responsabilidad de casi cualquier cosa que afecte a los intereses de Venezuela. Chávez llegó a sugerir, que no a afirmar, que los yanquis lo habían infectado del cáncer que terminó por llevárselo a la tumba o al mausoleo que sus súbditos decidan construirle.

La semana pasada Nicolás Maduro continuó con la teoría de su maestro al hacer hincapié en que su enfermedad no cumplió con los estándares habituales y prometió para un futuro no muy lejano evidencias más concretas que dieran cimiento a sus palabras.

Ahora ha seguido con las teorías de conspiraciones que involucran a la CIA y al Pentágono -que bien le vendría a Dan Brown tomar nota para su próxima novela-, señalando que gracias a una “buena fuente” sabe que desde estas dos cavernas del espionaje y la guerra pretenden matar al que será su rival en la elección presidencial, Henrique Capriles, para culparlo a él y sembrar el caos en Venezuela.

Las sospechas -o el maquiavélico plan- de Maduro obedecen al optimismo que lo invade respecto a su inminente victoria. Según Maduro, si el Imperio no puedrá  ver a Capriles como presidente porque el pueblo no va a votarlo, ha decidido matarlo para sacarle provecho al culparlo a él y así desestabilizar al país y poner fin para siempre a la revolución bolivariana.

Maduro sería, sin cambiara de oficio, un novelista muy vendido.

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