A Israel le conviene más que sus hostiles vecinos
tengan un gobierno firme, incluso aunque se trate de dictadores, porque con
ellos se puede llegar a un acuerdo, se les puede amedrentar y ellos por conservar
sus privilegios son capaces de ceder en algunos puntos y de mantener a sus
fieras atadas.
Pero cuando esos vecinos están en medio de una guerra
civil, las cosas no son sencillas para el Estado judío. Así las cosas, si surge
un agresión, no hay a quién culpar, a quién reclamar, con quién alcanzar un
acuerdo. Los rebeldes sirios y el dictador Bashar
Al-Assad se la han pasado culpándose mutuamente de las masacres inhumanas que
se cometen con terrible frecuencia en el país. Y si le disparan a una patrulla
israelí en la frontera, menos van a reconocer quién fue.
Desde hace meses, ante el aumento de la violencia en
Siria, el primer ministro de Israel, Benjamin
Netanyahu, propuso blindar los Altos del Golán, el punto fronterizo más
tenso con la vecina Siria. Porque en la medida en que en el país fuera
aumentando el desgobierno, diversos grupos armados se irían replegando a la
frontera.
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