Algunos de los presidentes que se sentían obligados
emocionalmente a acudir al funeral de Hugo
Chávez ya fueron captados por las cámaras junto al féretro presidencial. Cristina
Fernández de Kirchner, Evo Morales
y José Mujica ya conmovieron a los
espectadores con sus destrozados semblantes por la pérdida de su amigo. Todavía no
se dejan ver por allí Raúl Castro, Daniel Ortega y Rafael Correa, pero este último al parecer ya va en camino. En cuanto
al comandante más famoso de Hispanoamérica,
es probable que su ya muy avanzada longevidad no le permita salir de su isla.
Los anteriores, los que vayan y los que no, son los
que van o al menos tienen para ir motivos muy personales, de amistad, de afecto
y de petróleo gratis. Pero también irán los que únicamente quieren cumplir con
el protocolo. De entre ellos quizás puede citarse al príncipe Felipe, quien se presentará en el funeral como una deferencia
del gobierno español al venezolano, y al presidente de México, Enrique Peña Nieto, otro sin ligaduras ideológicas
hacia Chávez pero que también se presentará, como Felipe de Asturias, para no
faltar al protocolo y cargando gastos de viaje y estancia a costillas de los
contribuyentes. Qué costosa es la diplomacia. Tan sencillo que sería remitir
desde las cancillerías una muy sentida nota de pésame.
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