El hecho de que un libro se transforme en un rotundo fenómeno
editorial radica en que muchos se enteren de su existencia y en otros aspectos
complementarios que también influyen, pero la difusión del titulo es lo
estrictamente fundamental.
Esos aspectos complementarios vendrían a ser el
posicionamiento del libro al alcance de millones de lectores, privilegio que
hasta hace poco ostentaban sólo las grandes editoriales y que ahora con el
libro electrónico y lectores como el Kindle está al alcance de muchos.
Los elogiosos comentarios para un libro también tienen
una enorme influencia en el proceso de hacerlo un superventas. De poco sirve
que millones de personas sepan de un libro si nada de él les llama la atención.
Pero con los libros la escurridiza fortuna también
juega un papel muy importante. A veces la difusión y los comentarios elogiosos
no terminan de ser suficientes. Muchos libros de aventuras probablemente
mejores o iguales en calidad a El conde
de Montecristo y Los tres mosqueteros
se publicaron en Francia a mediados del siglo XIX y tuvieron una buena recepción
por parte de la crítica. El hecho de que éstos hayan trascendido de manera
extraordinaria dejando en el olvido a otros, de entre tanta literatura similar
que se producía entonces, es en gran parte atribuible a la fortuna.
En otros casos la consagración de una obra literaria
es prácticamente un decreto de Estado. Los ensayos no son los libros más
propensos a convertirse en superventas, no por lo menos tanto como las novelas,
pero hay algunas excepciones. Mein Kampf
fue durante años un libro muy promocionado por el gobierno alemán, y si a ello
se le suma que en esa época Alemania estaba dirigida por el autor, quien era además
un caudillo muy peculiar, se explica por qué el libro traspasó las fronteras
del país y llegó a cobrar fama en todo el mundo y a ser leído por importantes
personalidades del mundo de la política. En el caso Mein Kampf puede decirse que su enorme éxito -en tiempos del
nazismo se vendieron 10 millones de ejemplares- no es para nada atribuible a la
fortuna, fue un proyecto de Estado en el que se invirtieron recursos y terminó
cumpliendo las expectativas.
En la era del Internet los libros superventas han
venido a ser más comunes. Y la red es desde luego el principal responsable. En siglos
pasados hubo superventas que tardaron muchos años en ser traducidos a otros
idiomas, pero con el Internet eso acabó. Si un libro se hace famoso, la red
llevará su fama a todos los rincones de las redes sociales.
Sin el Internet no podrían explicarse fenómenos editoriales
como Harry Potter, Crepúsculo y más recientemente Cincuenta sombras de Grey. De las tres
obras, sus principales beneficiarios supieron catapultar por medio del Internet
los comentarios elogiosos que acompañaron a las publicaciones. Sin embargo, eso
no es una proeza, todas las editoriales, sobre todo las más grandes, hacen
exactamente lo mismo. El hecho de que estos tres libros y no otros tres se
hayan convertido en lo que hoy son, se debe, quizás en un 50% a la difusión,
otro 10% a diversos factores -un buen aprovechamiento de los más favorecedores
comentarios críticos, principalmente- y el 40% es simple y sencillamente cosa
de la fortuna.
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