Todo apunta a que el ganador de la elección
presidencial del próximo 14 de abril será Nicolás
Maduro. O Chávez, porque él es el elemento fuerte de la campaña, que ya
empezó con un ostentoso funeral. Maduro va a utilizar al comandante muerto para
derrote al opositor. Él se sabe poco rival para Capriles, un orador consumado
que dice verdades.
Por su parte, Henrique Capriles también sabe que tiene cerca su segunda
derrota por la presidencia en menos de un año. Y Maduro no ignora que sin el fantasma de Chávez a su lado él jamás ganaría. Es poco ético
utilizar a un muerto para conseguir el poder, pero en la política es una de las
estrategias más seguras.
Maduro pretende utilizar el llanto del pueblo por la
muerte del comandante para que ese mismo pueblo no voltee a ver los problemas que lo
consumen, que son muchos. La delincuencia está desangrando a Venezuela igual
que, por ejemplo, a México. La diferencia, por lo menos de hace apenas unos
meses, es que el expresidente mexicano, Felipe Calderón, lo reconoció desde el
primer día de su gobierno y peleó hasta el último para debilitarla. En el
camino le devolvió el poder al PRI, sacrificio que creyó necesario por darle
seguridad a su patria.
Hugo Chávez, en cambio, jamás quiso reconocer la
inseguridad siquiera de Caracas. Hablar abiertamente del problema habría
significado reconocer que en catorce años de gobierno no había podido darles
seguridad a los venezolanos.
Y ahora en la breve campaña que se aproxima, el candidato
oficialista, Nicolás Maduro, tampoco hablará de los problemas -que su gobierno
ha causado- porque no le conviene en absoluto. Mejor va a exhibir a Chávez,
porque sabe que con eso tiene la victoria casi segura. Henrique Capriles sí
hablará de los problemas. Y su gran misión es lograr que los venezolanos
olviden por un momento a su exlíder muerto y también se fijen en ellos.
Por Nicolas Maduro van a votar los apasionados aún con
lagrimas en los ojos. Por Capriles lo harán los que piensan con sensatez. Capriles
tiene, por lo tanto, muchas más posibilidades de perder.
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