lunes, 11 de marzo de 2013

Fidel Castro recuerda a su gran amigo Hugo Chávez en el diario Granma


Hace dos años cualquiera habría jurado que Hugo Chávez, joven aún en cuanto a políticos se refiere, enterraría, y con honores chavistas, a Fidel Castro, su héroe, su mesías, su padre ideológico, su maestro y quién sabe qué más. Tanto lo llegó a admirar que se apropió del grado de “comandante” por motivos exclusivamente simbólicos, como un homenaje a Castro y para él bañarse de revolución.

Pero murió primero Chávez. Cosas de la vida. Y Castro no ha podido despedirlo con honores y pronunciar un prolongado discurso como aquél viejo en el que instaba a los niños cubanos a “ser como el Che”. Ni siquiera se permitió la posibilidad de plantarse con su uniforme verde olivo delante del féretro de su discípulo.

El homenaje de castro a Chávez, por motivos de edad, se ha limitado a dedicarle una de sus ya muy famosas reflexiones en el diario oficial de Cuba, el Granma. Castro, después de pulidos párrafos de homenaje, refiere que el caudillo muerto ni siquiera sospechaba cuán grande era. Error. O tal vez error premeditado. Chávez, para que se entere Castro, tenía una extraordinaria opinión de sí mismo y de sus capacidades de estadista. La prueba de ello es que se quedó catorce años en el poder y si la vida se lo hubiera permitido habría permanecido muchos más. 

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